Adam Smith (1723-1790) es el primer economista liberal clásico. Su programa es el libre comercio y la limitación del poder estatal para contribuir así al crecimiento económico y al incremento de la producción. Hay que decir en descargo de Smith que el tono empleado por él es un tono crítico. Frente al carácter supuesta y pretendidamente neutral del Estado defendido por Locke, para Smith el Estado resulta ser un instrumento de protección de la propiedad de los ricos o poseedores frente a los pobres o no poseedores. "El Estado civil, en cuanto instituido para asegurar la propiedad, se estableció realmente para defender al rico del pobre, o a quienes tienen alguna propiedad contra los que no tienen ninguna" ("La riqueza de las naciones", Libro V, cap. 1, parte 2).
El análisis económico de Smith parte del libre mercado, en el que se daría el equilibrio entre oferta y demanda y una asignación racional y automática de recursos sin intervención gubernamental y con soberanía plena del consumidor. En tales condiciones de competencia perfecta, la circulación del dinero y de las mercancías entre los trabajadores, empresarios y terratenientes conduce al equilibrio pues se obtiene una óptima asignación de recursos al igualarse la producción de cada mercancía con su demanda efectiva y el precio con el coste de producción.
Los ciudadanos movidos por su propio interés invierten en los sectores productivos más rentables que les proporcionan mayores beneficios o salarios trasladándose a otros sectores cuando la rentabilidad decae.
El interés individual produce relaciones de socibilidad e intercambio entre los individuos. El egoísmo individual es beneficioso para todos. El mercado también es beneficioso. Los intercambios en mutuo beneficio obtienen si el Estado no interviene en tales relaciones. Los resultados de las acciones humanas son independientes de sus motivaciones y de los planes deliberados previamente trazados. Es la mano invisible que ordena teleológicamente las conductas hacia una armonía natural de intereses.
Ya la monadología de Leibniz había anticipado tal descripción del mercado libre. La armonía preestablecida no es otra cosa que la mano invisible de Smith. La monadología es un modelo del mercado libre liberal y de los individuos en él situados: "el sistema de las mónadas, aplicado a la descripción de las relaciones entre los individuos humanos, nos ofrece un cuadro infinitamente próximo al que Adam Smith diseñó en "The Wealth of the Nations". Los individuos son agregados cuasi sustanciales -doctrina del vinculum substantiale- y por tanto casi mónadas, dotados de una vis repraesentativa y una vis appetitiva. Por la vis repraesentativa cada individuo se representa a los demás, conoce, como el productor de la nueva economía de mercado, las necesidades ajenas y sólo en virtud de esta representación la producción es posible. Por la vis appetitiva cada individuo se manifiesta como un sujeto de necesidades, es decir, como fuente de la demanda, como consumidor. La vis appetitiva es entendida por Leibniz en términos fuertemente teñidos de hedonismo -o, mejor, de eudemonismo- tanto en su contenido como en su administración: cada individuo, como los sabios epicúreos, organiza sus elecciones según un cálculo máximo de felicidad -"car la felicité n´est autre chose qu´une joie durable". G. Bueno, Ensayo sobre las categorías de la economía política, Barcelona, Gaya Ciencia, 1972, p. 168. También cabe citar a Newton como otro caso de utilización de nociones económicas en otros contextos teóricos como un ejemplo de ocasionalismo, al tener que recurrirse a Dios para resolver las anomalías del universo generadas por los movimientos planetarios. Igual que en el mercado, Dios, una causa extrínseca al sistema, ha de intervenir para corregir las anomalías que surgen en el libre y espontáneo desenvolvimiento del sistema planetario o universo y del sistema económico o mercado.
El agente económico, en un mercado libre "sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste como en otros muchos casos es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en sus intenciones"..."no implica mal alguno para la sociedad que tal fin no entre a formar parte de sus propósitos, pues al perseguir su propio interés, promueve el de la sociedd de una manera más efectiva que si esto entrara en sus designios" ("La riqueza de las naciones". Libro IV, cap. 2.) El Estado también hace de mano invisible. Es una especie de mano invisible subsidiaria que trata de corregir los efectos indeseables del mercado y para hacer realidad la máxima prosperidad de los ciudadanos. Los fines del Estado son la justicia, la seguridad de la propiedad, la policía, la recaudación de ingresos fiscales y el derecho de las naciones.