Comentario de texto de Platón

Ahora bien, también sabes que para las más de las gentes el bien es el placer; y para los más ilustrados, el conocimiento.
C )¿Cómo no?
C Y también, mi querido amigo, que quienes tal opinan no pueden indicar qué clase de conocimiento, sino que al fin se ven obligados a decir que el del bien.
C Lo cual es muy gracioso.
C )Cómo no va serlo, si después de echarnos en cara que no conocemos el bien nos hablan luego como a quien lo conoce? En efecto, dicen que es el conocimiento del bien, como si comprendiéramos nosotros lo que quieren decir cuando pronuncian el nombre del bien.
C Tienes mucha razón.
C )Y los que definen el bien como placer? Acaso no incurren en un extravío no menor que el de los otros? No se ven también estos obligados a convenir en que existen placeres malos?
C En efecto.
C Les acontece, pues, creo yo, el convenir en que las mismas cosas son buenas y malas. ¿No es eso?
C )¿Qué otra cosa va a ser?
C )¿Es, pues, evidente que hay muchas y grandes dudas sobre esto?
C )¿Cómo no?
C )Y¿ qué?¿No es evidente también que mientras con respecto a lo justo y lo bello hay muchos que, optando por la apariencia, prefieren hacer y tener lo que lo parezca, aunque no lo sea, en cambio, con respecto a lo bueno, a nadie le basta con poseer lo que parezca serlo, sino que buscan todos la realidad, desdeñando en ese caso la apariencia?
C Efectivamente.
C Pues bien, esto que persigue y con miras a lo cual obra siempre toda alma, que, aun presintiendo que ello es algo, no puede, en su perplejidad, darse suficiente cuenta de lo que es ni guiarse por un criterio tan seguro como en lo relativo a otras cosas, por lo cual pierde también las ventajas que pudiera haber obtenido de ellas...Consideraremos, pues, necesario que los más excelentes ciudadanos, a quienes vamos a confiar todas las cosas, permanezcan en semejante oscuridad con respecto a un bien tan preciado y grande?
C En modo alguno.
C En efecto, creo yo que las cosas justas y hermosas de las que no se sabe en qué respecto son buenas no tendrán un guardián que valga gran cosa en aquel que ignore este extremo; y auguro que nadie las conocerá suficientemente mientras no lo sepa.
C Bien auguras.
C )¿No tendremos, pues, una comunidad perfectamente organizada cuando la guarde un guardián conocedor de estas cosas?

República, Libro VI, cap. XVII (505b-506b)

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