El giro copernicano de Kant

Kant dijo en una ocasión que Hume le “despertó del sueño dogmático” y una vez que hubo despertado de este sueño comenzó la construcción de su sistema de filosofía crítica.

Lo que Kant pretendía decirnos con esta afirmación es que, en líneas generales, está de acuerdo con el análisis humeano del conocimiento. Kant está de acuerdo con Hume en la idea de que “todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia”. Partiendo de aquí, y mediante un análisis aparentemente impecable, Hume había llegado al escepticismo y éste, el escepticismo, era algo inaceptable para Kant; por tanto, Hume estaba equivocado.

Ahora bien, si el punto de partida de Hume era correcto, pero su conclusión errónea, ¿dónde estaba el error?

Hume había puesto patas arriba casi toda la filosofía tradicional; pero había una cosa que Hume no había criticado, y era el realismo imperante en toda la metafísica tradicional. Según este realismo, nosotros conocemos (si hay posibilidad de conocer) las cosas tal como son. En el proceso de conocimiento nuestra mente se adapta a las cosas que conoce, y conocer consiste en moldear nuestra mente según las cosas conocidas. Si aceptamos esto, el escepticismo humeano parece inevitable. ¿Cómo salvar esta dificultad?

La solución está en que nosotros no conocemos las cosas tal y como son en sí mismas, sino que de las cosas sólo conocemos aquello que ponemos en ellas, no conocemos noúmenos, sino fenómenos.

Dicho en otras palabras, ya no es la realidad quien impone sus esquemas a la mente, sino la mente quien impone sus esquemas a la realidad. El mundo, tal y como es en sí, es incognoscible para nosotros; sólo conocemos de la realidad lo que nosotros mismos ponemos en ella y tendremos que concluir que la realidad es, entonces, tal y como nosotros la conocemos. A esta filosofía se la denomina con el nombre de idealismo.

¿Cuales son las consecuencias de esta revolución?
1. Se acaba con el escepticismo humeano, pues sí que somos capaces de conocer la realidad. Conocemos la realidad en virtud de los esquemas mentales que nosotros le imponemos. Se podría decir que, más que conocerla, lo que hacemos es crearla.
2. Nuestro conocimiento es limitado, pues nunca podremos conocer lo que las cosas verdaderamente son
3. La metafísica es imposible, pues parte del supuesto de que existe una realidad exterior a nosotros, y lo que intenta es conocerla en toda su plenitud; pero esto, ya lo hemos visto en los puntos 1) y 2), es imposible.