"Toda búsqueda de fundamentación, de un saber absoluto, de un punto arquimédico, de una verdad primera fuera de toda duda en filosofía, nos aboca a tres aporías, que por analogía con las disparatadas aventuras del barón Münchhausen, Hans Albert bautiza como trilema de Münchhausen:
1: Un regreso infinito, que parece estar dado por la necesidad de remontarse siempre en la búsqueda de fundamentos, pero que prácticamente no es realizable y que por eso no provee ningún fundamento seguro;
2: Un círculo lógico en la deducción, que surge por el hecho de que en el procedimiento de la fundamentación se recurre a enunciados que ya antes se habían mostrado como enunciados que requieren fundamentación y que igualmente tampoco conduce a un fundamento seguro porque es lógicamente defectuoso;
3: Una interrupción del procedimiento en un punto determinado, que si bien parece realizable en principio implicaría sin embargo una suspensión arbitraria del principio de fundamentación suficiente. Un dogmatismo más o menos larvado.
La solución del racionalismo crítico a estas aporías es la de negar que exista una verdad primera. No hay punto de partida que valga, sólo hay la posibilidad de un continuo examen crítico de los enunciados ateniéndonos al principio del falibilismo ilimitado por el que se afirma que todo es inseguro. Pero este principio es para el racionalismo crítico un punto de partida incuestionable con lo cual nos pilla de lleno el primero de los cuernos del trilema".
Jordi Corominas, Ética primera, Bilbao, Desclée de Browwer, 2000, p. 87
Jordi Corominas, Ética primera, Bilbao, Desclée de Browwer, 2000, p. 87